miércoles, 23 de julio de 2008

Yo he tenido mi Mrs. Robinson, pero a los 13. Parte 3

Tercera entrega ¿Será la última?

Al salir de ese cuarto iba muy excitado, muchísimo, y el traje de baño decía "Estás como una moto". Abrí la puerta del refrigerador, sentí un poco de alivio con el frío, pero inmediatamente me vino a la cabeza la imagen de ella, aquí pegadita a mí, así donde podía sentir toooodo su cuerpo, y el frío del refri se esfumó. Otra vez como una moto, cogí unos cuantos refrescos y como pude, haciendo malabares para que no se me cayeran, volví a la fogata justo a tiempo porque alcancé a ver que ella se dirigía hacia mí.

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Llegué con mis amigos y me dejé caer en el pasto. Nadie se dio cuenta de mi estado de excitación ¡fiiiuuu! Ahí estaban jugando con una botella para elegir parejas y hacer "Semana Inglesa". Ese juego que consiste en poner a un chico y una chica de espaldas, alguien dice el nombre de un día de la semana, de lunes a domingo, a la voz ambos voltean la cara hacia un lado, sí coinciden se tienen que dar un beso, sino entonces ella da una cachetada. Bueno eso de lunes a sábado, si el domingo coinciden el beso tendrá que ser en la boca. Es importante recordar que éramos de 13 años. Mientras no me tocara a mí el desmadre y las risas me relajaron, pero dos cosas me preocupaban: 1.- Que en uno de esos arranques de juventud que le daban a la abuela de Alberto se sumara al grupo. Wakala darle un beso a esa señora y seguramente que las cachetadas las daría con todo. 2.- Que no se le ocurriera a la tía hacer lo mismo. Todo el tiempo lo pasé "monitoreándola", siempre en la sala de la casa, pero en un punto desde el cual nos podía, o más bien me podía ver. Siempre con esa sonrisa de "te atrapé y no te me vas a escapar", como un depredador al asecho.

En esas estaba cuando Miguel me dijo -No te hagas güey que te toca con Claudia- y me empujó. Lo primero que hice fue revisarme para saber si ya no estaba "como una moto" ufff que bueno que ya había pasado. Después reflexioné ¡¡¡Claudia!!! ¡¡¡Noooooo!!! todos estaban muertos de risa porque Claudia, además de ser tal vez la más fea del mundo entero, era desagradable, siempre olía mal, tenía el pelo grasoso y casi hubiese preferido darle un beso a la abuela de Alberto. Como estaba pendiente de que no se acercara la tía, no me di cuenta si lo hicieron a propósito o si fue legal, así que no podía alegar nada a mi favor. Contrario a lo que normalmente hace un chico jugando "Semana Inglesa" hice toooodo lo posible para que no me tocara ni un sólo beso. Pero seguramente Claudia hizo tooodo lo posible porque no tocara ninguna cachetada.

¡Lunes! gritaron todos, fuiii cachetada ¡Martes! cachetada, ¡Miércoles! cachetada, hasta ahí todo iba bien, pero justo cuando gritaron ¡Jueves! la tía de Alberto salió al jardín, con una copa en las manos y poniendo mucha atención ¡Beso! gritaron todos. Por un momento perdí el control de la situación y no fue sino hasta el Sábado que lo recuperé. Ese gusto no me duró mucho porque al grito de ¡Domingooooo! la tía caminó hacia nosotros y no supe para donde voltear. El resultado fue 4 cachetadas, dos besos en la mejilla y uno en la boca.

Todos tenían una mezcla de cara de risa y de morbo, ¡Dios no existe! me dije pero tenía que cumplir. Claudia me dio tres golpecitos y yo un par de acercamientos a su mejilla. Cuando tenía que pagar mi deuda dominguera, la tía de Alberto ya estaba parada detrás del círculo que formábamos al rededor de la fogata. La miré y ella me hizo un gesto de complicidad, como diciendo anímate no pasa nada. Al siempre impertinente del Chivo se le ocurrió gritar -¡De lengüita! ¡De lengüita!- y todos lo corearon. Tenía que cumplir, tenía que darle un beso de lengüita a la niña más fea del planeta. Y lo peor, enfrente de la tía de Alberto, no había forma de rajarse, no podía demostrar cobardía. He de decir que mientras tenía los ojos cerrados ese beso no fue nada malo, sin embargo me di cuenta porque, al momento de hacerlo lo que tenía en la mente era aquella escena en la que he tenido que pasar por un espacio muy estrecho e imaginé que en ese momento no era Claudia sino la tía de Alberto.

De pronto escuché Ey Ey ya párenle si van a quedar sin aire. Oh oh, que error y que horror, tenía a Claudia completamente abrazada y según cuenta Miguel, fue el beso más largo y apasionado que había visto. Detrás de esos espantosos anteojos de pasta, los ojos de Claudia brillaban y su mirada era preocupantemente tierna. Discretamente busqué a la tía de Alberto y cuando la encontré me miró con desdén, dio media vuelta y se fue hacia la puerta. Pero llegando al umbral se volvió para encajarme una sonrisa.

Ahora la botella decidía quien se tenía que tirar a la alberca, y uno por uno fuimos cayendo al agua que ya estaba fría, diría que casi congelada, lo cual provocaba una reacción en las chicas que nosotros agradecíamos y ellas hacían que no se daban cuenta de ello.

Avanzada la noche la abuela nos llamó a cenar, al fuego de la fogata hicimos jochos con las típicas salchichas y de postre los imperdonables bombones asados.

Unos se regresaron a sus casas, otros decidieron montar casas de campaña en el jardín y por fin llegó la santa paz de la noche. Miguel, el Chivo, Alberto, Serafín, Elena, Norma, Sandra, Claudia y yo nos abrigamos, sacamos sleeping bags y nos tiramos en el jardín para ver el cielo estrellado y seguir platicando. A esa hora ya hacía frío, así que la abuela nos preparó un delicioso chocolate espeso y bien caliente. Era el momento de hablar de cosas más bien serias, importantes. Por supuesto que yo hice lo necesario para no tener a Claudia junto a mí y ella hizo lo contrario, con tal éxito que no pude evitar sentir como su mano me rosaba de vez en cuando.

Nos fuimos quedando dormidos, la noche avanzó y con ella el piquete y zumbido de lo moscos se hizo insoportable para mí, así que decidí entrar a la casa y buscar un huequito donde acomodarme para seguir durmiendo.

Ahí, el único espacio que estaba disponible era un sofá que estaba en el segundo piso, me robé una almohada, me metí al sleeping y justo cuando me disponía a dormir una voz muy bajita me llamó...

Creo que tendrán que esperar un poco más para saber qué pasó. Jijiji.

2 comentarios:

Bond, Jeanne Bond dijo...

Ah, demonios... ahora no podré desayunar sin saber cómo te echaste el polvito con la tía. Seguramente Dios te castigará y Claudia regresará a tu vida.

Eva en la Luna dijo...

jajajajajajaja Jeanne le quitaste todo el atractivo a la cuarta entrada jajajaja